Cuando comenzamos esta asignatura lo primero que hicimos fue definir el concepto EDUCAR. Después de terminar el primer bloque de la asignatura y volviendo a leer la definición que realicé, me he dado cuenta de que no es tan fácil definir lo que es educar.
Todos usamos términos pertenecientes al campo semántico de la educación que confundimos con lo que en realidad es educar: los términos instruir, enseñar, adoctrinar... Hemos aprendido que estos conceptos están relacionados pero no significan lo mismo; ya que en la educación tiene que existir el respeto de la libertad y la dignidad de la persona. También hemos estudiado la perspectiva etimológica que podemos relacionar con la definición de educar: "educare" (relacionado con transmitir conocimientos) y "educare" (sacar las posibilidades de cada individuo).
Ahora si tuviese que realizar la definición de educar daría esta: "Educar es transmitir conocimientos y sacar todas las capacidades de cada individuo, respetando su libertad y dignidad".
Además hemos hablado de la necesidad de educar, de los límites de la educación y de sus ciencias.
En relación a si es necesaria o no, está claro que siendo futuros maestros sí vemos la necesidad de ella; de esta manera el hombre alcanza una madurez plena consigue cubrir el deseo de perfección. Respecto a sus límites, conocemos la existencia de tres corrientes: dos de ellas son extremas (una cree que la educación lo puede todo y otra que la educación no puede nada) y la tercera está en un punto medio (se habla de que la educación puede muchas cosas, pero posee límites individuales y sociológicos). Y por último hemos aprendido la clasificación de las diferentes ciencias de la educación: teleológicas, condicionantes, ilustrativas, normativas y aplicativas.
Aquí dejo un poema de Gabriel Celaya, relacionado con la educación, que me parece muy interesante y que puede hacernos pensar.
Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca...
Hay que medir, pensar, equilibrar...
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino...
un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que, cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.
(Gabriel Celaya)